martes, 31 de enero de 2012

Cuando la "Catástrofe Silenciosa" grita.

En alusión al texto, ya clásico de Gilberto Guevara Niebla, "La Catástrofe Silenciosa",  llamamos a reflexión sobre los episodios que resultan exageradamente visibles y traumáticos para la sociedad.
      A todos nos indigna sobremanera, los casos que ocupan las primeras planas y que están relacionados con la educación, casos como el que hoy se dió a conocer en torno al abandono de un niño, descuido o no de su maestra, o de su familia; nos llama la atención y nos mueve de nuestra área de comfort hacia la indignación y el reclamo.

Click para enlace de MILENIO y en sucesión de fotos hay un video.

        Sin embargo, casos como éste, llamativos en sí, no son en realidad lo más deleznable de nuestro sistema educativo, son tan solo la "punta del iceberg", existen muchos casos más que no salen a la luz pública, porque no son llamativos desde el punto de vista noticioso y quedan en el averno de las historias escolares, tan tristemente clásicas.    Tenemos el conocimiento de casos de alumnos que sufren al punto de las lágrimas por el temor y pánico, no solo a sus maestras, sino a sus padres, cuando por alguna razón pueril olvidan la tarea.    Perdiendo, de esta manera, la escencia de la naturaleza del verdadero y real proceso educativo, que es el desarrollo humano integral, centrándose solamente en el avance pseudo-académico.

     Cuando la catástrofe silenciosa grita, nuestro nivel de conciencia está en un marasmo tal, que nuestra lucidez intelectual ha perdido toda brújula que oriente el quehacer educativo y nos despertamos "indignados" con hechos como el que ocupó los medios informativos el día de hoy.   Sin tomar en cuenta los problemas pedagógicos de fondo de esta gran catástrofe, que tiene en las actuales redes sociales de la internet un efecto multiplicador de fenómenos nocivos como el bullying.

    El presidente de  los USA, Barack Obama, ha tomado la iniciativa de orientar a los padres de familia hacia una guía de seguridad en el uso del facebook.   En nuestro país, existe el "Programa Nacional de Escuela Segura", quien junto con  "Alianza por la Seguridad en Internet A. C." han promovido y traducido dicho documento estadounidense para uso en nuestro país.

     En el siguiente enlace usted podrá leer y copiar, si lo desea, para uso personal, dicho documento.  Esto será muy conveniente realizar, a efecto de evitar que la catástrofe silenciosa grite nuevamente.












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jueves, 12 de enero de 2012

Fotografía de la mediocridad docente

En los últimos días del año anterior apareció en la prensa el siguiente artículo que retrata fidedignamente el deplorable estado de la actitud mental de una gran cantidad de docentes que desaprovechan la oportunidad de participar en la solución del rezago educativo en México.


La dañina mediocridad

Rosaura Barahona


27 Dic. 11El MARCO me invitó a participar en un programa para maestros. Escuchan unas pláticas sobre educación y, después, visitan algunas salas del museo en donde descubren posibilidades de sensibilizar a sus alumnos hacia formas de expresión artísticas diversas.



La plática fue para 300 maestros. Hablé sobre algunos métodos y programas educativos actuales: Kipp, High Scope, Waldorf, Unschooling y Bachillerato Internacional. Aclaré que ninguno es la panacea, pero todos tienen al alumno como centro del proceso educativo.


La teoría de cualquier método, incluso del tradicional del cual somos resultado la mayoría de nosotros, es maravillosa. Las dificultades empiezan al poner la correspondiente teoría en práctica.


La SEP tiene un nuevo programa nada tradicional.  El alumno debe estar en el centro del proceso enseñanza-aprendizaje, pero la verdad, el centro sigue siendo el maestro: él es la fuente principal del conocimiento y quien alienta, aplaude, regaña y reprime; es la única autoridad en el aula: ordena y espera que los demás acaten. Y todo porque considera que él sí sabe y sus alumnos no.


No se trata de que los métodos no tradicionales permitan a los niños hacer lo que les venga en gana, como los papás poco informados suponen y repiten. Tampoco se trata de evaluarlos a todos igual, hagan lo que hagan. Y menos, volverlos dictadores. Esas ideas han surgido por la resistencia al cambio; cualquier innovación educativa provoca temor ante lo desconocido.


Para quienes escogimos ser maestros es difícil encontrar otra profesión tan apasionante, exigente y llena de oportunidades para crecer. Para quienes decidieron trabajar como maestros (sin serlo) es difícil encontrar otra tan tediosa, rutinaria y aburrida. Siguen ahí porque la consideran facilona, pero para ellos debe ser una monserga enseñar.


La educación en México tiene graves problemas. Sí, Elba Esther, y sí, el SNTE y sí, la corrupción, pero también hay otro problema: la mediocridad de no pocos maestros. Decir que enseñamos es una cosa; guiar a los alumnos para que descubran y aprendan, otra. Y eso se logra mejor cuando les contagiamos nuestro entusiasmo por algo.


¿Cómo saber si somos maestros mediocres? Van algunas pistas:
Si escogí la profesión porque es un trabajo "fácil" y tengo muchas vacaciones.
Si me limito a hacer lo que me digan.
Si me conformo con enseñar lo que me pide el programa y lo cubro todo, aunque sólo unos cuantos entiendan.
Si el "aprendizaje" de mis alumnos se basa en la memoria efímera y no creo las condiciones para aprendizajes perdurables.
Si trabajo con contenidos enciclopedistas y no con conceptos.
Si creo que todos mis alumnos aprenden lo mismo, del mismo modo, al mismo tiempo y al mismo ritmo.
Si creo que en todos los salones hay inteligentes y burros y siempre son los mismos.
Si no leo, por lo menos, un libro cada semana o dos al mes.
Si no me mantengo actualizado en cuanto a los cambios de la educación, sobre todo, en mi País y sus diferentes estratos sociales.
Si no hago contribuciones en las juntas o asambleas porque no sirve de nada.
Si asisto a las capacitaciones, pero al regresar al salón vuelvo a mi modelo tradicional porque cambiar cuesta mucho.
Si sufro para levantarme e ir a la escuela y espero con ansia la hora del recreo y de la salida.
Si creo que cumplo con mi deber cuando me limito a calificar tareas y exámenes y me resisto a evaluar a fondo a mis alumnos porque exige mucho esfuerzo.
Si me resigno a que los papás no entiendan el nuevo programa de la SEP y les doy por su lado.
Si me encanta participar en la grilla y, de hecho, la propicio.
Si llego a mi casa a ver telenovelas trilladas, como cualquier persona sin preparación.
Si no busco oportunidades para desarrollarme como ser humano o como maestro y cuando me las presentan, las eludo.
Si agradezco las palancas cuando éstas me favorecen.
Si lucho por "ser comisionado" para dejar de dar clases.
Si sueño con que mis alumnos problema desaparezcan por arte de magia.
Si nunca comparto mis aciertos ni mis errores.

Faltan muchas, pero son sencillas de imaginar. Por suerte, hay miles de maestros que luchan contra todo eso. En manos de ellos está una parte del cambio.


rosaurabster@gmail.com